lunes, 28 de abril de 2014

23/4/14 Alcalá de Henares; la Ciudad Prohibida.


23/4/14 Alcalá de Henares; la Ciudad Prohibida.

Elena Poniatowska y Gabriel García Márquez 
Para los vecinos de Alcalá de Henares es motivo de orgullo que el más preciado galardón de la literatura en castellano tenga su epicentro en nuestra ciudad. Es la entrega del Premio Cervantes lo que convierte a Alcalá de Henares, durante un día al año, en capital de la cultura para los más de 500 millones de hispanohablantes.

La entrega del Premio Cervantes de este año ha sido muy diferente a la de ediciones anteriores. Es tradición que multitud de vecinos y vecinas se congreguen en la Plaza de San Diego, expectantes a la entrada del premiado y diferentes autoridades a la Universidad Cisneriana. Esta costumbre ha sido abortada por un cordón policial sin precedentes en nuestra ciudad, haciendo imposible el acceder a la Plaza de San Diego, c/ Colegios y partiendo en dos la Plaza de Cervantes con un vergonzoso vallado que, sin necesidad de concertinas, cortaba tajante cualquier posibilidad de tener contacto visual con los invitados al evento.

Tras el humillante perímetro nos congregamos personas de toda clase y condición: Amantes de la literatura, trabajadores sin trabajo, jubilados curiosos, estudiantes sin beca, monárquicos emocionados, desahuciados sin miedo, paseantes despistados, republicanos sin complejos, vecinos diversos de la ciudad diversa degradados a la categoría de "estorbo". Todos compartimos exilio y momentos de silencio donde la indignación de unos y la decepción de otros se mezclaba con sorprendente facilidad. A todos nos quedaba claro que nuestra presencia es prescindible para los anfitriones, que las puertas de la Ciudad Prohibida no se abrirían para unos ni otros. El papel de Alcalá de Henares en el Premio Cervantes es de atrezo. Nosotros, la gente, no les somos necesarios, se nos oculta bajo la alfombra.

   Callados y vigilados por un ejército policial, todos aguzábamos la mirada, y quiero creer que no fuimos pocos los que atisbamos a ver el miedo del poder. El miedo del inseguro, del titubeante. Un miedo lastimero, tan mediocre que no hay frac que lo disfrace. Seguramente muchos de los congregados simplemente venían a aplaudir, y estos les hubieran servido para una bonita puesta en escena. Pero sin casting previo se corre el riesgo que algunos protesten, tal vez tengan el mal gusto de sacar una pancarta exigiendo pan, trabajo y techo. Y eso no se puede permitir, porque el poder tiene miedo y el miedo piensa poco y permite menos. El miedo decidió que si no podía garantizar que nadie protestara mejor prescindir de todos. Como los enfermos de celos; es mía o de nadie, creyeron. Y empujaron a la gente lejos de las cámaras, tras el cordón policial, tras las vallas, donde la voz no llegue ni la vista alcance.

En el Paraninfo de la Universidad la premiada, indudable protagonista, Elena Poniatowska, daba un excelente discurso donde rendía homenaje a las mujeres creadoras y luchadoras, a los pueblos oprimidos y empobrecidos, a los nadie que todo han de ser: “El poder financiero manda no sólo en México sino en el mundo. Los que resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos. Me enorgullece caminar a lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos.”

La mayoría de los invitados aguardaron el final de sus palabras para aplaudir efusivamente por exigencias del guión, aunque no compartieran el mensaje, pese a que tal vez no lo entendieran. Mientras, en las calles, el plan dictado por el pánico del poder se desarrollaba según lo previsto.
La enlucida campaña publicitaria que nos vende brotes verdes no fue manchada por la realidad. El Premio Cervantes contaba con la absoluta colaboración de aquella parte de la ciudad que le resulta útil, la que está formada por piedra, madera y vidrio. Excluyendo totalmente al Alcalá de Henares que late, sufre, piensa, ríe y llora.

David Cobo

Agrupación PCE – Alcala de Henares

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