jueves, 8 de abril de 2010

TRABAJADORES DEL MUNDO, UNÍOS

              

             TRABAJADORES DEL MUNDO,  UNÍOS

 David Cobo

Se sabe desde hace mucho cuales son las diferentes fracturas de clase, las diversas artimañas que utiliza el capital para dividir a la clase trabajadora, para propiciar que nos enfrentemos entre nosotros, artificiales diferenciaciones que sacan a la luz lo peor del ser humano.

Tenemos la fractura racial, por la cual hacen creer a un grupo de trabajadores que merecen más derechos que los otros. Del mismo modo, fracturas de genero, de país de origen, de opción sexual. Todas ellas posicionamientos egoístas violentos en sí mismos, como racismo, sexismo, xenofobia y homofobia.

Hay fracturas de clase que son más sutiles, pero no por ello menos perversas.

Se crean fracturas entre los trabajadores de la empresa matriz y los de la contrata, entre los trabajadores intelectuales y los trabajadores manuales, entre los trabajadores veteranos y los jóvenes.

Esta última, la fractura generacional, lleva muchos años causando estragos en los convenios colectivos. Son múltiples los casos en los que interlocutores sociales firman convenios colectivos en los que se limitan los derechos a empleados de nueva contratación, ocasionando empresas con trabajadores que realizan la misma labor pero con salarios y prestaciones muy diferentes. Lo peor no es que esto lo firmen los sindicatos, lo peor es que los trabajadores en general no cuestionan esta diferenciación generacional.

Por ejemplo, la campaña mediática favorable a lo aprobado por el Consejo de Ministros referente a la reforma del sistema de pensiones incide en fomentar la fractura generacional. Dicha campaña insiste en afirmar que la reforma no afectará a los trabajadores jubilados y que a los trabajadores veteranos, de afectarles, les afectará en muy poco debido al carácter progresivo de la reforma. Es decir, la campaña dice: "Tú tranquilo, que a por ti no va, y el que venga detrás que se las apañe". Estamos, por la tanto, ante una fractura generacional de clase fomentada por el Gobierno del Estado.

Los trabajadores estamos abocados a la progresiva perdida de derechos si no reconocemos y aceptamos que somos clase trabajadora.

Debemos entender que por encima de cualquier diferencia racial, sexual, nacional, generacional... únicamente la fuerza de la unidad de los trabajadores puede traer mejoras a nuestras condiciones de vida.

Una unidad activa no subordinada, que no dude en relevar de sus puestos a los responsables políticos o sindicales que se acomoden o corrompan.

Una unidad que construya la alternativa a la barbarie.

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